martes, 5 de noviembre de 2013

Sueño de papel

Brisa, harta de ver como su mamá se ponía triste al leer las noticias del periódico, decidió construir con él un velero. Un barquito de papel precioso pero lleno de sucesos horripilantes. ¿Qué podía hacer ella para borrar tanta maldad? Lo meditó y a mitad de la noche se decidió. ¡El velero era perfecto para lanzarse a la mar! Pues dicho y hecho, esa noche sería para ellas, para Brisa, para la luna, para las olas y para todas las estrellas. Recorrieron juntas millas y millas de infinita agua cristalina, cumpliendo cada una con su cometido, la luna iluminaba con fulgor el camino, las estrellas jugaban al escondite, incendiándose y apagándose a su antojo para entretener a Brisa mientras remaba, y las olas acariciaban la nao suavemente hasta que acabaron por decolorar la tinta. Pero, y ahora que habían conseguido borrar todas las letras que sumaban amargura, ¿hacia dónde se dirigían? No lo sabían, pero cada una continuaba en su puesto con la seguridad del que presiente la buena dirección. Brisa seguía al mando cual experto timonel, no estaba temerosa, ni preocupada, ni siquiera desconfiada.
Vio brillar algo a lo lejos, se acercó cada vez más. Nunca había visto una cosa tan bonita. Era un faro rojo y blanco, grandioso, con grandes ventanales en lo alto, de los que partían luces muy brillantes que giraban, pasaban por encima de ella y se perdían en el horizonte. Se quedó embobada mirándolas, estaba fascinada observando el espectáculo, cuando de repente, se dio cuenta de que de las luces colgaba algo. «Parecen globos» - pensó. Pero no, no eran globos, sino corazones suspendidos que daban vueltas sobre su cabeza una y otra vez. Quiso coger uno, más no lo alcanzó. A la siguiente vuelta se estiró tanto que tocó uno con las yemas de los dedos. «A la siguiente no fallo» - se dijo. Y así fue, ayudada por las olas, que elevaron la barca, se alzó todo lo que pudo sobre las puntas de los pies y consiguió su corazón. Era mágico, latía. Estaba eufórica, había salido de casa con el velero lleno de desdichas y volvía con un corazón rubí. ¡Qué feliz era! En cuanto llegara a casa, cogería hilo y haría una gargantilla con su precioso tesoro. Era el regalo perfecto para su mamá.

«Cuando mamá cuelgue el corazón de su cuello nunca más volverá a estar triste»



miércoles, 23 de octubre de 2013

Mis veintiocho


Hoy es mi cumpleaños, hoy hago recuento, miro atrás.
No me considero una persona pesimista e intento ver las cosas desde la mayor racionalidad y un punto de vista positivo. Creo que de las malas decisiones nace la experiencia que te lleva a tomar buenas decisiones.
Pero este año entro en mi nueva edad un tanto desilusionada, apática. Miro a mi alrededor, a las personas que siempre me han rodeado y observo sus vidas, muchos parados, algunos con trabajos basura y sólo unos pocos, los más afortunados, con un trabajo estable. A estos últimos los envidio, pero hasta estas personas con un ''buen'' trabajo '' y con sueldo digno tiemblan día a día por quedarse en la calle. Y no es justo.
Llevo un año viviendo en una nueva ciudad que ya no es tan nueva, apostando por un negocio en el cual he invertido dinero, dinero que no tenía, por lo que me he endeudado con un banco. En realidad yo quería ser profesora en la educación pública y me preparé para ello, pero esto se truncó a causa de los recortes, por eso nos decidimos, unos amigos en la misma situación y yo, a lanzarnos a montar nuestro propio negocio sin más ayuda que el sacrificio de nuestros padres, que han demostrado creer en nosotros por encima de todo. Sin la ayuda prometida por el Estado, ni siendo mujer, ni emprendedora, ni menor de treinta. Todo era mentira.
Y así pasan los meses con varias crisis cada cierto tiempo, valorando si seguimos con esto o abandonamos el barco. Y siempre continuamos con la esperanza de la mejora, porque de perdidos al río, porque según están las cosas habrá que seguir intentándolo... pero todo tiene un límite.
Hoy, día de mi cumpleaños, aunque parezca mentira, entro motivada a sacar mi negocio adelante, a invertir de nuevo en prepararme unas oposiciones que para no variar no sabemos si van a salir. Y así tiramos de frente, contando con la confianza incondicional de nuestros padres, que ven cómo sus hijos se han formado, preparado, estudiado hasta la saciedad, se han tirado a la piscina y no obtienen resultados. Por lo menos están en España, pensarán viendo cómo otros ya han emigrado. Nunca podremos pagarles lo que han hecho por nosotros, a veces me parece increíble que crean en nuestros proyectos de esa manera.
Mi vida a los veintiocho no me la imaginaba así, la verdad. Me la figuraba con un sueldo decente, viviendo mi vida independizada física y económicamente. Puede que la culpa sea mía por formarme expectativas, aunque me parece lógico aspirar a aquello para lo que nos hemos preparado y que considero merecemos los jóvenes de este país. Lo ilógico sería estudiar, esforzarte, trabajar, tener iniciativa con la idea de no prosperar. Te dicen que es lo que hay, que según están las cosas... Las cosas están mal, sí, es verdad, pero no puedo evitar llorar de rabia cuando escucho a los de arriba mentir, engañarnos e intentar convencernos que tenemos que apretarnos el cinturón mientras se destapan día a día casos de corrupción en las altas esferas, de los cuales conoceremos sólo la punta del iceberg.
Seguiré luchando por mi futuro, porque creo que el sacrificio siempre tiene su recompensa, sin poder evitar pensar, sin embargo, como esto sería posible si no nos pusieran continuamente la zancadilla, cargándose de un plumazo a una generación.

No estamos parados, no somos unos ninis, trabajamos, invertimos, buscamos, pero casi lo habéis conseguido, casi nos habéis anulado, casi nos hacéis creer que son verdad vuestras mentiras, vuestros discursos. Aunque a veces nos ponéis muy fácil desmontar vuestros engaños gracias a la mala calidad de personajes disfrazados de políticos que tenemos que aguantar. Si algo nos estáis enseñando, bajo mi punto de vista, es a no creer en los políticos, ni en las instituciones ni en el sistema.
Pero mientras quede esta rabia en nuestro interior no todo está perdido.

viernes, 14 de junio de 2013

Miedo

Ordenaron colocarle una venda en los ojos y se paró el mundo, su mundo. ¿No tenemos acaso cada uno nuestro propio universo? ¿Un universo creado a imagen y semejanza de nuestros sueños y aspiraciones?
Ella también lo tenía. Pero llegó el horror y la barbarie y su creación fue desquebrajada. La venda no solo le tapaba los ojos, la venda segaba sus esperanzas, amputaba sus recuerdos, talaba sus ideas, nublaba su razón. Ya no sentía, ya no creía, ya no era ella.
Lo habían conseguido.


domingo, 26 de mayo de 2013

Razón, cuerpo y alma

Todo comenzó un viernes cálido, colmado de luz, rebosante de paz. Que bonito era despertarse con un sol radiante, ducharse con agua fría e ir paseando hasta el trabajo.
Al igual que todas las mañanas entró en la oficina con paso firme, saludó a sus compañeros y se sentó en su puesto. Como melodía de fondo se escuchaba el alboroto de papeles, el sonsonete de las risas, ecos de tacones. Puro bullicio, pura calma. Era su vida y era feliz.
El teléfono sonó.
Bastaron cinco segundos para demoler su existencia, para hacerla pedazos.
Se dirigió inmediatamente al hospital pero ya solo consiguió oír su respiración. Lo encontró tumbado en una cama fría, impersonal, vacío, sin esencia. Y es que se le estaba yendo el alma, se le escapaba por los poros de la piel, se despedía de ella con un adiós para siempre.
Se fue para no volver. Se fueron sus gestos, sus muecas, sus miradas, su manera extraña de doblar los dedos, su sonrisa, su característica forma de caminar. Se fue.
Ella estaba paralizada, miraba por la ventana la montaña teñida de fuertes colores que acogían el alma recién escapada. Sumida en una hecatombe mental que no le permitía reaccionar, abandonó su juicio, permitió escapar su cordura.
Ese día hubo tres pérdidas, un cuerpo, un alma y una razón. Tan sólo una de ellas fue irreversible.
Ella sobrevivió a base de desidia. Sumida en un completo abandono se convirtió en un cuerpo deambulante, sin espíritu, que rellenaba cada día con rutina.
El teléfono sonó.
Se dirigió sin emoción al hospital a conocer a su primer nieto. Dormía apaciblemente en la cuna y sus pequeños deditos permanecían doblados de una manera peculiar, como los curvaba su abuelo.
Ella miró por la ventana y vio la misma montaña que en su día acogió a un alma y a una razón que llegaron cogidas de la mano. Ahora el monte las dejaba partir, volvían juntas para seguir, para quedarse.





viernes, 24 de mayo de 2013

Monstruos y fábulas

Camina abstraída, con los pies en el suelo y la razón en el cielo, soñando despierta, creando utopías. 
Fabrica ficciones tan bien construidas que parecen reales, otro mundo, otro cosmos ordenado a su manera, confuso, caótico.
Reina de su reino, dueña y señora, capitana y marinera que se hace a la mar en busca de la ola más grande, del peligro constante. Lucha contra monstruos en la noche, son grandes y esperpénticos, su alma se llena de miedos, su corazón se fatiga, siente pánico, auténtico pavor. Se rinde y su mente vuela hacia su propio cosmos, donde se tiende en una nube a contemplar el paraíso quimérico que ha confeccionado a base de anhelos y fantasías